Toda coincidencia con la casualidad es pura realidad
Por Cinthia Soca (publicado en Semanario Brecha, sección Bicho Urbano, 24/4/2009)
Escena 1
Noche. Interior. En la cocina una mujer corta lechuga mientras su hijo le canta una versión rebelde de la canción de Barney*:
- Barney es un dinosaurio que molesta entre la gente/Cuando se pone idiota es realmente sorprendente...
Los improperios hacia el muñecote continúan: “es un gran boludo” en vez de “es un gran amigo” y así, hasta concluir en que “es un gran marica”.
La madre que ya empezó a cortar los tomates, llama la atención del niño:
- Nacho, ¿por qué decís eso de Barney?
- ¿Qué?
- Marica.
- No sé lo que significa. ¿Es una palabrota?
- Ah, bueno, no, no es una palabrota pero no uses la palabra “marica” en un contexto de insultos. Es decir -acá se las ve difícil la madre al intentar explicar los significados implícitos en una palabra-, no es una mala palabra pero hay mucha gente que la usa para insultar o hacer sentir mal y eso no está bien. ¿Sabes lo que significa “marica”?
- Te dije que no má.
Saca las capas de la cebolla y piensa: “ahora ¿qué le digo?”. Mientras tanto el niño se toma los vientos.
Escena 2
Noche. Interior. Living. Después de la cena la mujer se dispone a terminar un trabajo en su computadora. Prende la radio, suena un tema del Cuarteto de Nos, justo al principio de éste se escucha: “Por qué tienen la teoría que siempre la mayoría de la gente tiene razón...”. Termina el tema y le sigue la tanda publicitaria. Es un spot donde se escucha el timbre de un teléfono:
- Hola.
- ¡No lo puedo creer papá! ¡Me tomaron!
- ¡Ah! Pero que genial Vanesa. Es que ese trabajo era para vos.
- ¡Sí! Voy a ser la primera secretaria travesti de la empresa.
- Estoy muy orgulloso de vos hija **.
Entra en cuadro el rostro de la mujer que tiene cara de sorprendida. Mira a su hijo y se sugiere que es el momento ideal para contarle lo que pensaba mientras terminaba la ensalada.
- Nacho, ¿escuchaste la radio?
- Mmm, no má.
- Bueno, no importa. Te quería decir que marica se le dice a los varones que se comportan como mujeres, bueno... esto según los estereotipos. Es decir, el modelo que se forma de las personas según su género. Pero eso nunca tendría que ser un insulto, no está bien discriminar a las personas por como se visten o sus gestos al comunicarse o su forma de querer. Cada uno es como es.
- Sí, vos sos una vieja loca y yo te quiero igual.
Ambos se ríen.
Escena 3
Día. Interior. Salón de yoga. Vemos en un plano general al instructor y a siete personas en el piso en estado de relajación. La postura sugerida es una especie de Dandasana, en la cual el cuerpo forma un ángulo de 90º, el torso perpendicular y las piernas rectas paralelas al piso casi flotando, necesariamente deben sostenerse por los dos brazos. Nadie puede hacerlo. Una de las participantes expresa:
- Con la espalda recta, mis brazos no llegan al piso. ¿Será que tengo los brazos cortos?
El instructor de yoga se ríe:
- Ah, ¡pero estás como Barney! Que tiene unos bracitos cortitos. Ja, ja, ja.
El comentario queda un poco fuera de lugar, de modo que el instructor, el que “sabe” de yoga, decide continuar hablando de Barney mientras sugiere la postura del embrión y da comienzo a una diatriba que irá creciendo como una bola de nieve:
- Así como los Teletubbies que decían que idiotizaban a los niños; Barney fue muy polémico también.
- ¿Por?
- Por sus gestos amariconados. Se dijo que el que estaba bajo el disfraz era gay.
Ahora, vemos a la mujer del principio de esta historia. Otra vez con cara de sorprendida por la coincidencia de personajes. No acredita lo que está escuchando, y dice:
- ¡Pah! A mí me parece que el personaje es asexuado...
Una abogada que no ha parado de hablar de sí misma, mientras se estira a la postura de la cobra, dice:
- Hablando de maricas, ¿no vieron que horrible el reclame ese de los gays? ¡Que derecho tienen! - dice indignada la administradora de justicia- no hay derecho a que esté con mis hijos adolescentes cenando y que de pronto tengamos que ver en la televisión a dos hombres a los chupones. Que asco, ¡por Dios!
- Ah, sí, sí. - dicen casi todos al unísono.
- Una falta de respeto.
- Dejate de joder –continua otro- todo bien, que hagan lo que quieran pero que lo hagan de las puertas para adentro, de ahí a hacer esa campaña, de imponerse como que si estuviera bien...
- Yo soy heterosexual –dice la abogada- y no ando diciendo a los cuatro gritos que lo soy. Pero ojo, mirá que soy abierta. Mi hija tiene un amigo que es gay y yo dejo que lo invite a casa. Se pone unas polleras...
- ¡Ah! Pero es travesti entonces - dice una señora mientras se alista para la postura invertida.
- No. No. Mirá si mi hija va a ser amiga de un travesti. Es de esa cultura que tocan gaitas, usa polleras escocesas y cruza esas piernas peludas, ¡por Dios!
- Dicen que los escoceses no usan ropa interior bajo la pollera – acota cómplice el profesor.
- ¡No! ¡!Cómo va a ir a una casa de familia sin ropa interior!! - dice la heterocentrista abogada, guardiana de sus leyes más conservadoras.
No todos los presentes participan de la conversación. A esta altura la cara de sorpresa de la mujer del principio se transformó en decepción. Visualiza una hipotética situación: si hubiera entre los practicantes alguien gay ¿cómo se estaría sintiendo? Después de todo, se contesta, ha de ser algo que lamentablemente les sucede muy a menudo. La clase de yoga, que se desvirtuó completamente, continuó su ascenso en comentarios homofóbicos hasta un punto inconsistente. Pasando desde algunas fotos en Facebook, por la sexualidad e inmoralidad de integrantes del gobierno, y un montón de sucesos más catalogados como nefastos para la sociedad, asociados a la bolsa de la homosexualidad y atada con el moño de que todo eso, si bien existe, no se tendría que ver. La mujer del principio de esta historia intenta abstraerse. Se dice “ohm” para sus adentros y procura que esa vibración le ilumine un poco el camino a la gente llena de prejuicios y que no puede ver más allá de su propio ombligo. Dice “ohm” por segunda vez y el espíritu le devuelve en un eco la certeza de que nunca más volverá a esa particular clase de yoga. Dice “ohm” por tercera vez y barre de su mente a todos los dinosaurios, excepto a Barney.
* Barney es el dinosaurio púrpura de la tira infantil “Barney y sus amigos”, de Discovery Kids.
** Uno de las menciones de radio de la campaña “Un beso es un beso”, del Colectivo Ovejas Negras.
Escena 1
Noche. Interior. En la cocina una mujer corta lechuga mientras su hijo le canta una versión rebelde de la canción de Barney*:
- Barney es un dinosaurio que molesta entre la gente/Cuando se pone idiota es realmente sorprendente...
Los improperios hacia el muñecote continúan: “es un gran boludo” en vez de “es un gran amigo” y así, hasta concluir en que “es un gran marica”.
La madre que ya empezó a cortar los tomates, llama la atención del niño:
- Nacho, ¿por qué decís eso de Barney?
- ¿Qué?
- Marica.
- No sé lo que significa. ¿Es una palabrota?
- Ah, bueno, no, no es una palabrota pero no uses la palabra “marica” en un contexto de insultos. Es decir -acá se las ve difícil la madre al intentar explicar los significados implícitos en una palabra-, no es una mala palabra pero hay mucha gente que la usa para insultar o hacer sentir mal y eso no está bien. ¿Sabes lo que significa “marica”?
- Te dije que no má.
Saca las capas de la cebolla y piensa: “ahora ¿qué le digo?”. Mientras tanto el niño se toma los vientos.
Escena 2
Noche. Interior. Living. Después de la cena la mujer se dispone a terminar un trabajo en su computadora. Prende la radio, suena un tema del Cuarteto de Nos, justo al principio de éste se escucha: “Por qué tienen la teoría que siempre la mayoría de la gente tiene razón...”. Termina el tema y le sigue la tanda publicitaria. Es un spot donde se escucha el timbre de un teléfono:
- Hola.
- ¡No lo puedo creer papá! ¡Me tomaron!
- ¡Ah! Pero que genial Vanesa. Es que ese trabajo era para vos.
- ¡Sí! Voy a ser la primera secretaria travesti de la empresa.
- Estoy muy orgulloso de vos hija **.
Entra en cuadro el rostro de la mujer que tiene cara de sorprendida. Mira a su hijo y se sugiere que es el momento ideal para contarle lo que pensaba mientras terminaba la ensalada.
- Nacho, ¿escuchaste la radio?
- Mmm, no má.
- Bueno, no importa. Te quería decir que marica se le dice a los varones que se comportan como mujeres, bueno... esto según los estereotipos. Es decir, el modelo que se forma de las personas según su género. Pero eso nunca tendría que ser un insulto, no está bien discriminar a las personas por como se visten o sus gestos al comunicarse o su forma de querer. Cada uno es como es.
- Sí, vos sos una vieja loca y yo te quiero igual.
Ambos se ríen.
Escena 3
Día. Interior. Salón de yoga. Vemos en un plano general al instructor y a siete personas en el piso en estado de relajación. La postura sugerida es una especie de Dandasana, en la cual el cuerpo forma un ángulo de 90º, el torso perpendicular y las piernas rectas paralelas al piso casi flotando, necesariamente deben sostenerse por los dos brazos. Nadie puede hacerlo. Una de las participantes expresa:
- Con la espalda recta, mis brazos no llegan al piso. ¿Será que tengo los brazos cortos?
El instructor de yoga se ríe:
- Ah, ¡pero estás como Barney! Que tiene unos bracitos cortitos. Ja, ja, ja.
El comentario queda un poco fuera de lugar, de modo que el instructor, el que “sabe” de yoga, decide continuar hablando de Barney mientras sugiere la postura del embrión y da comienzo a una diatriba que irá creciendo como una bola de nieve:
- Así como los Teletubbies que decían que idiotizaban a los niños; Barney fue muy polémico también.
- ¿Por?
- Por sus gestos amariconados. Se dijo que el que estaba bajo el disfraz era gay.
Ahora, vemos a la mujer del principio de esta historia. Otra vez con cara de sorprendida por la coincidencia de personajes. No acredita lo que está escuchando, y dice:
- ¡Pah! A mí me parece que el personaje es asexuado...
Una abogada que no ha parado de hablar de sí misma, mientras se estira a la postura de la cobra, dice:
- Hablando de maricas, ¿no vieron que horrible el reclame ese de los gays? ¡Que derecho tienen! - dice indignada la administradora de justicia- no hay derecho a que esté con mis hijos adolescentes cenando y que de pronto tengamos que ver en la televisión a dos hombres a los chupones. Que asco, ¡por Dios!
- Ah, sí, sí. - dicen casi todos al unísono.
- Una falta de respeto.
- Dejate de joder –continua otro- todo bien, que hagan lo que quieran pero que lo hagan de las puertas para adentro, de ahí a hacer esa campaña, de imponerse como que si estuviera bien...
- Yo soy heterosexual –dice la abogada- y no ando diciendo a los cuatro gritos que lo soy. Pero ojo, mirá que soy abierta. Mi hija tiene un amigo que es gay y yo dejo que lo invite a casa. Se pone unas polleras...
- ¡Ah! Pero es travesti entonces - dice una señora mientras se alista para la postura invertida.
- No. No. Mirá si mi hija va a ser amiga de un travesti. Es de esa cultura que tocan gaitas, usa polleras escocesas y cruza esas piernas peludas, ¡por Dios!
- Dicen que los escoceses no usan ropa interior bajo la pollera – acota cómplice el profesor.
- ¡No! ¡!Cómo va a ir a una casa de familia sin ropa interior!! - dice la heterocentrista abogada, guardiana de sus leyes más conservadoras.
No todos los presentes participan de la conversación. A esta altura la cara de sorpresa de la mujer del principio se transformó en decepción. Visualiza una hipotética situación: si hubiera entre los practicantes alguien gay ¿cómo se estaría sintiendo? Después de todo, se contesta, ha de ser algo que lamentablemente les sucede muy a menudo. La clase de yoga, que se desvirtuó completamente, continuó su ascenso en comentarios homofóbicos hasta un punto inconsistente. Pasando desde algunas fotos en Facebook, por la sexualidad e inmoralidad de integrantes del gobierno, y un montón de sucesos más catalogados como nefastos para la sociedad, asociados a la bolsa de la homosexualidad y atada con el moño de que todo eso, si bien existe, no se tendría que ver. La mujer del principio de esta historia intenta abstraerse. Se dice “ohm” para sus adentros y procura que esa vibración le ilumine un poco el camino a la gente llena de prejuicios y que no puede ver más allá de su propio ombligo. Dice “ohm” por segunda vez y el espíritu le devuelve en un eco la certeza de que nunca más volverá a esa particular clase de yoga. Dice “ohm” por tercera vez y barre de su mente a todos los dinosaurios, excepto a Barney.
* Barney es el dinosaurio púrpura de la tira infantil “Barney y sus amigos”, de Discovery Kids.
** Uno de las menciones de radio de la campaña “Un beso es un beso”, del Colectivo Ovejas Negras.
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