domingo, 31 de agosto de 2008

Una experiencia alucinante




Me refiero al film Imperio (INLAND EMPIRE, David Lynch, 2006).

I m- p r e- s i o- n a n- t e. Cine puro, desde el segundo cero del comienzo del largo largometraje (con un rayo de luz entrando en una habitación oscura) hasta la última letra de los créditos (acompañada con un videoclip).

Incluso metacine. Un cine que habla sobre sí mismo constantemente: calle Hollywood, el ketchup haciendo referencia explícita a la sangre, las cámaras que aparecen en cuadro recordándole al público que está en el cine, una suerte de efecto de extrañamiento constante que provoca a quien está en la butaca.

Me partió el cerebro en mil fragmentos!!! La fotografía.. la banda sonora ..que incluye creaciones originales del propio director. Una persona así como Lynch merece ser llamada maestro o genio. Hacer un film con esa profusión fotográfica y de sensaciones, interrelacionando múltiples dimensiones que coexisten paralelamente pero no se tocan, interconectando tres mundos posibles: el del espectador (yo), el de la diegética de la pelicula (lo que sería realidad en la película), y además lo que sería ficción en la película...un juego permanente, una entrada y salida entre estos tres mundos. Lo más maravilloso es que frente a esa multiplicidad de dimesiones aborda temáticas como la angustia del matrimonio, el sinsentido de algunas conversaciones, el lenguaje, lo onnírico. Impresionante.

Domina de tal modo las sensaciones que me hizo valorar exponencialmente a la SONRISA en el film, qué loco no?! Claro, estas tres horas viendo a protagonistas con una mueca en sus rostros que te agarrota el corazón. Uno lee en la mirada compungida y los labios semiabiertos esa sensación de "Qué es esto, no lo reconozco, dónde estoy y hacia dónde vamos". (La cara que pondrías si de pronto despertaras desnuda en un lugar lleno de gente que te habla en otro idioma y no supieras como llegaste allí). Si hay risas en el transcurso, son de esas inquietantes que te colocan al borde de un manicomio. Entonces estás 3 horitas conviviendo con esos rostros y de pronto -al final- aparecen múltiples sonrisas, casi como un alivio, unidas a través una canción que te inspira ternura. La sonrisa lo resuelve todo.

Creo que nunca voy a olvidar la escena en la cual la protagonista (¿del film dentro del film?) herida de muerte por un destornillador, cae en medio de vagabundos que duermen en la calle Hollywood Boulevard) y allí vomita sangre y empieza a morir. Una negra le consuela y prende un encendedor, la llama se refleja frente a sus ojos suplicantes. "No te preocupes, sólo estas muriendo...Ya no más mañanas tristes", le dice, mientras ves un primerísimo plano donde la moribunda cierra sus ojos y la llama se extingue.

(Y esta escena que relaté amigos es el fin del film dentro del film Flotando en mañanas tristes . Así como también de esta entrada de blog.
Guau!

2 comentarios:

Diego Faraone dijo...

Supongo que a cada cual le impacta una parte distinta de la película. Yo pienso en los conejos y ya me vienen pesadillas.
También me gusta muchísimo la parte en que los actores leen el libreto y surge una aparición a sus espaldas...
Inquietante, como pocas.

Cinthia dijo...

Sí es cierto, lo del impacto asigun el paisano. Recuerdo esas escenas, la de la lectura del libreto... viste que el actor sale a buscar si encuentra a alguien y mira por una ventana de la escenografía, creo que a la hora más o menos de transcurrido el film, se repite la misma escena pero desde el interior de la casa, el se asoma por la ventana y ella grita su nombre.. pero él no la ve. Parece que estan en dimensiones distintas. Eso lo logra el buen cine!!

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